Dos misiles cayeron en una zona de Beirut controlada por Hezbollah, que combate junto a Al-Assad.
BEIRUT.- Los pronósticos de una regionalización de la guerra civil siria parecieron empezar a cumplirse ayer, cuando dos misiles impactaron en uno de los bastiones de Hezbollah en Beirut, un día después de que la milicia chiita libanesa prometiera seguir luchando en defensa del régimen de Bashar al-Assad «hasta la victoria».
Se trata del primer ataque que tiene aparentemente como objetivo un feudo de Hezbollah en el sur de la capital libanesa desde que, hace algo más de dos años, comenzara el conflicto en la vecina Siria, que ha exacerbado las propias tensiones sectarias en el Líbano.
El grupo chiita combate junto a las tropas leales al régimen. El ataque no tiene precedente desde la guerra con Israel en 2006.
Según fuentes de seguridad libanesas, el primero de los dos cohetes Grad lanzados ayer impactó sobre un concesionario de automóviles y causó heridas a cuatro personas, entre ellas tres trabajadores sirios. El segundo misil alcanzó una casa y provocó importantes daños materiales sin dejar víctimas.
«Este incidente está probablemente relacionado con el conflicto sirio», dijeron las mismas fuentes. «Los autores de este ataque son terroristas y vándalos que no quieren la paz y la estabilidad para el Líbano y los libaneses», dijo en un comunicado el presidente libanés, Michel Sleiman.
El ataque se produjo un día después de que el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, comparara a Siria con «la retaguardia de la resistencia».
«La resistencia no puede quedarse de brazos cruzados cuando su retaguardia está expuesta y cuando su apoyo se quiebra», dijo Nasrallah en un discurso para conmemorar el 13er. aniversario de la retirada israelí del Líbano. Hasta hace poco, Nasrallah insistía en que Hezbollah no había enviado hombres a combatir junto a las fuerzas de Al-Assad.
Fuerzas del gobierno sirio reforzadas por Hezbollah lanzaron un feroz asalto la semana pasada para expulsar a los rebeldes de Al-Qusayr, una ciudad controlada por la oposición cerca de la frontera con el Líbano.
La autoría de los ataques de ayer no está clara. Mientras Selim Idris, jefe del comando militar rebelde de Siria, dijo a la cadena Al-Arabiya que sus fuerzas no habían perpetrado el ataque y llamó a los insurgentes a mantener el conflicto dentro del territorio sirio, otro jefe rebelde, Ammar al-Wawi, declaró a la cadena LBC del Líbano que el ataque era una advertencia a las autoridades libanesas para que contengan a la milicia chiita. «Esto es una advertencia al gobierno libanés para que mantengan las manos de Hezbollah fuera de Siria», sostuvo.
Las reacciones en el exterior no se hicieron esperar. El canciller francés, Laurent Fabius, condenó la extensión del conflicto al Líbano. «La guerra en Siria no debe convertirse en la guerra en el Líbano», dijo desde Abu Dhabi.
El conflicto en Siria ha polarizado al pequeño Líbano, donde musulmanes sunnitas respaldan a los rebeldes sirios y los chiitas de Hezbollah apoyan a Al-Assad. En Trípoli, la principal ciudad del norte del Líbano, los combates entre partidarios y detractores del presidente sirio no cesan. En la última semana, por lo menos 31 personas murieron, según las autoridades libanesas.
En tanto, Damasco anunció que «en principio» asistirá a las negociaciones programadas para junio en Ginebra, según adelantó ayer el canciller sirio, Walid al-Moualem, durante una visita a Bagdad. Pero en una aparente refutación de los llamados de Occidente para que Al-Assad entregue el poder como parte de cualquier acuerdo para una transición política, Al-Moualem agregó: «Ninguna potencia en la tierra puede decidir sobre el futuro de Siria».
Estados Unidos y Rusia propusieron que se celebre una conferencia internacional de paz para poner fin a una guerra civil que ha acabado con la vida de más de 90.000 personas y ha convertido a 1,5 millones de sirios en refugiados en el extranjero. Los cancilleres de Washington y Moscú podrían reunirse hoy en París para afinar los detalles de esa conferencia.
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