El Kaiser se dio una vuelta por la práctica y, según reveló Maidana, a los jugadores les pidió mucho temple y pocos chupetines para continuar en la pelea por el título.
La Boca se llenó de caries, Ramón Díaz mostró los colmillos y a esta altura ya no importa que los dulces sean la pesadilla de cualquier dentadura. Llegó la hora de afilar los molares, de demostrar qué tan granítica es esa mandíbula. De jugar con el chupetín entre los dientes.
Después de la parda con sabor a derrota que dejó el superclásico, River necesita una buena cepillada a tiempo, un enjuague que se lleve los restos de pena y que traiga un aliento fresco para comprometerse del todo con la pelea grande. El show del Pelado, al cabo, es un cascabel para sonrisas Odol que no hace otra cosa que desviar el prisma de lo poco digno que pasa en la hierba. River, ahora más que antes, está urgido de respuestas que le permitan afrontar con garantías el futuro inmediato y allí aparece All Boys -todos chicos, curiosamente-, un partido con las complejidades que suelen tener los post-clásicos pero que también se convirtió en el primer escollo de este Mundial que le queda a Núñez de acá hasta el final del ídem. Por eso un día el riojano junta a los grandes del plantel para la perorata energizante y al otro se da una vuelta por Ezeiza un tal Daniel Alberto Passarella, acaso una forma de transmitirle unión y buen clima a la tropa. Y no sólo eso. “Hablamos con el presidente, fue más bien una charla futbolera y nos dijo que tomemos el envión final y que apretemos los dientes en estos últimos partidos”, reveló Jonatan Maidana, en diálogo con ESPN Radio.
Justamente Maidana es una muestra de lo que siente hoy Ramón. Que este tramo del torneo no admite ensayos de carácter y ante la quinta amarilla a González Pirez es mejor apelar a la experiencia y no hurgar en el piberío, más allá de que dicha experiencia no haya sumado siquiera un minuto de fútbol oficial en los últimos siete meses y de que el domingo vaya a formar una zaga inédita con el intocable Alvarez Balanta. Igualmente, en el otro extremo de la cancha ocurre todo lo contrario: Lanzini, Iturbe y Funes Mori componen un ataque con un promedio de edad de 21 pirulos. O pirulines, mejor dicho.
Después de no haber podido superar a “uno de los peores Boca de la historia”, Díaz, obligado por suspensiones y lesiones, armará otro River y afrontará un duelo bisagra sin sus dos capitanes en cancha.
La derrota de Newell’s ante Arsenal renovó las esperanzas por Núñez, pero en la plantilla de Ramón saben que, luego de tres empates al hilo en casa, All Boys se impone como “la última chance” para seguir aspirando al título. Será un dientes y un después.
Fuente: Olé