Mar del Plata: matan a un pai umbanda en un asalto

Todo ocurrió con tanta rapidez que la víctima ni siquiera alcanzó a intervenir en el forcejeo que su esposa mantenía con un asaltante armado. El ladrón había entrado a la casa casi detrás de ella, en un instante que la puerta de calle quedó abierta.

El hombre, un pai umbanda padre de tres chicos, no estaba a más de dos metros de distancia.

Cuando advirtió lo que ocurría, el ladrón le tiró: le pegó un balazo en el hígado. El asaltante huyó con su cómplice, también armado, que lo esperaba afuera en una moto. Ninguno fue detenido.

Hernán Alonso, de 33 años, falleció apenas fue ingresado a la sala de primeros auxilios que hay a tres cuadras de su casa, en San Salvador al 6100, en el barrio Peralta Ramos Oeste, cerca del estadio mundialista.

El crimen ocurrió unos minutos antes de las nueve de la noche del martes. En ese momento, el muchacho estaba junto a un electricista haciendo trabajos en el templo umbanda que hay en el fondo de la casa.

“Pasó lo que pasa todos los días a todos acá en Mar del Plata, te roban en cualquier lugar y te matan, y ahora le tocó a mi primo ”, dijo ayer a Clarín, en la puerta de la casa, un familiar de la víctima. El hombre no quiso identificarse.

Lo que dijo es real: la ciudad se volvió violenta. Hubo en el año 23 crímenes, nueve de ellos en ocasión de robo. En medio, el intendente proyecta crear su propia policía, con trescientos hombres armados.

Según los investigadores, aunque no hubo una exigencia concreta de dinero, “se trataría de un intento de robo al voleo”.

Ya había oscurecido cuando la esposa de Alonso llegó a la casa con sus tres chicos. Entró, dejó unas bolsas que cargaba con ella y los nenes quedaron adentro. Al salir descubrió a un asaltante, armado, intentando ingresar en el templo, al fondo de la propiedad.

“Parecería un robo al voleo. El ladrón entró al encontrar la puerta abierta, y luego se sorprendió, por el templo y los símbolos de la religión umbanda, y porque no esperaba ser descubierto por la mujer”, señaló un investigador.

Al verlo, la mujer lo empujó al ladrón y forcejeó con él. Entonces su esposo advirtió lo que ocurría, pero el delincuente no le dio tiempo para hacer nada. “La mujer no se dio cuenta de que su esposo había sido herido, y continuó empujando al asaltante, que volvió a disparar”, dijo la misma fuente.

Le tiró a ella, pero no la alcanzó. Y escapó.

Amigos de la familia estaban afuera, en una camioneta, y vieron al otro ladrón esperando en una moto cerca de la puerta. Estaba oscuro, pero alcanzaron a ver que no llevaba casco y que también estaba armado. Los dos se fueron en la moto y se perdieron en la noche.

Los peritos hallaron dos vainas en el lugar: una en el pasillo, en el acceso al templo, y otra sobre la víctima, ambas calibre 9 milímetros. El caso está en manos del fiscal Juan Pablo Lódola, que hoy exhibirá a la mujer fotografías de la Oficina Técnica de Identificación de Personas (OTIP), ante la posibilidad de que allí pueda reconocer –si es que cuenta con antecedentes–al hombre que asesinó a su esposo.

Fuente: Clarìn