La pena de muerte pierde terreno en casi todo los continentes, y la perspectiva de su abolición universal empieza sentirse más cerca, aunque aún hay que lidiar con algunos países irreductibles como China que volvió a ejecutar más penas capitales que en el resto del mundo, según se deprende del informe que Amnistía Internacional presentó ayer en Londres.
Los países que aplican este castigo se han reducido en más de un tercio en comparación con la cifra de hace diez años. El número «oficial» de ejecuciones en todo el mundo durante 2012 asciende a 682 (sin contar los casos en China), lo cual supone dos víctimas más que el año pasado. La mayor parte de las ejecuciones documentadas el pasado año tuvieron lugar en 21 países, tantos como en 2011. Además, en todo el mundo se dictaron más de 1.700 penas de muerte.
En el ranking de países China se sitúa a la cabeza, con un número que fluctúa entre los 1000 y los 8000, seguida por Irán con al menos 314, Irak con 129, Arabia Saudí, con 79, Estados Unidos, con 43 y Yemen, 28.
El verdadero problema reside en el gigante asiático donde es imposible contabilizar el número de víctimas de pena de muerte, ya que la cifra que se suele admitir oficialmente es muy inferior al número real y los datos se mantienen bajo un férreo control. En el informe se habla de «miles», mientras otros grupos defensores de los derechos humanos afirman que fueron entre 4.000 y 8.000.
Fuente: ABC