Con un servicio eléctrico intermitente y agua en el subsuelo, hubo riesgo para los pequeños internados y debieron ser trasladarlos a otros sectores.
Afuera, la tormenta azotaba a la ciudad. Para ellos, el mal tiempo había comenzado antes. Bajo el techo del Hospital de Niños de La Plata, los chicos tendidos en las camas de la terapia intensiva y en las incubadoras de la sala de Neonatología también tuvieron que lidiar con la tormenta que inundó las calles platenses .
El servicio de energía eléctrica intermitente desde ayer por la tarde y la inundación en el subsuelo donde se encontraban los generadores eléctricos auguraban una noche difícil, con vidas tan en riesgo como en otros rincones de la ciudad.
La interrupción del suministro en las salas, por el lapso de minutos que parecieron eternos, obligó al diezmado personal médico, enfermeros y hasta a los padres a asistir con bolsas de ventilación manual a los niños internados que requerían esa ayuda artificial. «Hasta que empezó a funcionar el generador, tuvimos que bolsear a los chicos que estaban con respiradores y ventilados; los padres nos ayudaron», contó a LA NACION un médico que asistió a los pacientes caída la noche en el centro de salud Sor María Ludovica.
Una vez en marcha el generador eléctrico, los ambús , como se denomina a las mascarillas conectadas a un globo de goma, se mantuvieron a mano. «Estuvimos alertas toda la madrugada, para correr a esos sectores en caso de que se cortara la luz, porque el generador funcionaba con intermitencia, y ahí, en general, los pacientes están ventilados», dijo una médica del hospital. La terapia tiene unas 30 camas; Neonatología, alrededor de 40.
El oxígeno no fue la única causa de desvelo. «Otros aparatos, por ejemplo para goteo de medicación -amplió otra fuente- funcionan con baterías. Los padres iban a cargarlas a otras salas en las que había energía. Eso sostuvo la situación».
DAÑOS EN EL TECHO
Otros sectores de la parte antigua del edificio ubicado en calle 66, como los de Neumonología y Cirugía plástica y quemados, tuvieron que ser evacuados: en ambas salas cayó parte del cielorraso. «No se puede culpar de todo a la lluvia. El colapso del hospital es anterior», denunció Matías De Iuliis, médico de Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (Cicop).
En el hospital de Niños, la cena parecía una lujosa pretensión para los pequeños pacientes en medio de la emergencia edilicia. En el subsuelo, el lugar donde se preparan los biberones estaba inundado; también el lavadero quedó bajo el agua. «El miércoles a la mañana no teníamos ni biberones, ni ropa blanca, ni camisolines, porque los usamos como sábanas», describió una pediatra.
«En ningún momento llegaron refuerzos de parte del ministerio de Salud. Estuvimos sin agua hasta hoy (por ayer) a la tarde. En el quirófano, los cirujanos se lavan con suero, y se baldean con bidones que se cargan afuera», dijo, indignado, un profesional que asistió en el quirófano a un chico que se cortó la cabeza al caer del techo cuando era evacuado. Pese a la precariedad y la falta de agua, señaló que las prácticas de urgencia, incluso una ablación, pudieron realizarse.
En el hospital San Martín, de referencia en la región, también hubo complicaciones. «Evacuamos cinco salas. Una es la de clínica médica, que está en el subsuelo. Trasladamos a los pacientes por las escaleras en andas, a upa , y sin apoyo. Otra sala evacuada fue la de los pacientes psiquiátricos, que terminaron en una sala común», contó Luciano Milanesio, residente de ese hospital.
«Estamos en una situación de colapso, y sabemos que pueden llegar epidemias en una semana con leptospirosis o neumonía», concluyó.
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