El expresidente sudafricano Nelson Mandela tiene progresos constantes y está de buen ánimo, dijeron los médicos ayer, luego de que el héroe de la lucha antiapartheid, de 94 años, fue ingresado en el hospital por tercera vez en cuatro meses por una infección pulmonar.
El reporte médico fue un alivio para los sudafricanos, que han estado rezando y esperando ansiosos una actualización sobre el estado de salud del premio Nobel de la Paz, quien fue hospitalizado antes de la medianoche del pasado miércoles. Líderes de todo el mundo le enviaron buenos deseos.
El gobierno del presidente Jacob Zuma ya había reportado que Mandela estaba respondiendo bien al tratamiento y buscó tranquilizar al país diciendo que por su edad avanzada, el líder necesitaba chequeos médicos frecuentes.
“La Presidencia desea informar que el expresidente Nelson Mandela está de buen ánimo y disfrutó de un desayuno completo esta mañana (ayer)”, dijo la oficina de Zuma en un comunicado.
Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica tras ganar unos inéditos comicios multirraciales en 1994. El exabogado es venerado en el país y en el extranjero, por su ardua lucha contra los gobiernos sudafricanos de minoría blanca –por la cual estuvo 27 años en la prisión de Robben Island– y por promover la causa de la reconciliación racial.
En iglesias de Sudáfrica, muchos incluyeron a Mandela en sus plegarias de Viernes Santo, uno de los días más importantes del calendario cristiano.
En la iglesia católica Regina Mundi del pueblo de Soweto, en las afueras de Johannesburgo, donde Mandela vivió alguna vez, los fieles prendían velas por él. “Hoy es un ícono y somos libres gracias a él”, dijo el parroquiano Oupa Radebe. “Espero que esta vez Dios tenga piedad de él para darle la fuerza y el coraje para continuar siendo un ícono de nuestro país”, dijo en su servicio el padre Benedict Mahlangu.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, también se manifestó por la pronta recuperación del líder sudafricano, quien tiene un historial de problemas pulmonares que datan de cuando contrajo tuberculosis siendo un preso político.
Su salud ha sido motivo de preocupación por años desde que se retiró de la vida pública y mayormente permaneció en sus casas en Johannesburgo y Qunu (provincia del Cabo Oriental). A pesar de haber estado ausente de la escena política sigue siendo un símbolo de la lucha contra el racismo.
REUTERS | SOWETO, Sudáfrica