En Chipre impera el miedo. A pesar de las señales positivas, la moral de la población de este pequeña nación de la Unión Europea está por los suelos. La gente teme la pobreza, el hambre y desempleo que pueda conllevar una solución de la crisis financiera desatada. «Por favor, por favor, por favor ¿puede usted pagar en metálico? No hemos tenido clientes desde hace días y necesito ir al supermercado a comprar», pedía la mañana de ayer Irini, la propietaria de una pequeña tienda de artículos de deporte en la calle principal de compras en el centro de Nicosia, la avenida Makarios III.
Los bancos llevan cerrados una semana y solamente se consigue dinero en los cajeros automáticos, pero la cantidad máxima que se puede sacar al día es cada vez menor (sólo cien euros por día).
Muchas personas ya no tienen ni un céntimo en su cuenta. En la ciudad portuaria de Larnaka, las personas que se han quedado sin dinero acudieron pidiendo ayuda a los denominados supermercados sociales de la Iglesia y el Estado, en los que se presta asistencia básica y de emergencia a ciudadanos que carecen absolutamente de recursos. «Tengo tres niños y no tengo dinero en la cuenta para comprar leche. Yo les firmo un papel y les pago tan pronto abran los bancos», dijo una mujer desesperada en televisión.
Algo mejor parece la situación en la ciudad turística de Paphos. «Tenemos muchos turistas que han llegado para las vacaciones de Semana Santa y como tienen dinero, compran recuerdos», dijo Andreas Stylianou, cuya esposa tiene una pequeño comercio en el antiguo puerto de la ciudad. Otros ciudadanos intentan animarse: «Hemos sobrevivido a los persas, a los árabes, a los cruzados, a los otomanos y los británicos.
También sobreviviremos a la histeria ahorradora de (la canciller alemana Ángela) Merkel», dijo un enojado vendedor de lotería en la calle de compras Ledras, en el centro de Nicosia, la capital. Los habitantes de la parte turca de la isla de Chipre sienten lástima por sus vecinos greco-chipriotas. «Nosotros vivimos eso hace años y todavía sufrimos con el embargo comercial que el mundo nos quiso imponer porque nuestro Estado no era reconocido.
Esperemos que ahora los chipriotas griegos sepan lo que significa», dijo Hasan Sarioglu, que a diario trabaja en el sur. Y el ambiente de aflicción que se respira se refleja en la prensa de la isla. Los diarios culpan a los políticos del país de las mediadas de ahorro que se traducirán en recortes de salarios. La culpa, apuntan, no reside en los principales centros de toma de decisiones de Europa, que quieren que el país mediterráneo deje de ser un centro de servicios financieros.
La culpa, señalan, está en los políticos y periodistas locales, que dieron la impresión de que el país podía seguir adelante como hasta ahora, con dinero de los oligarcas. «El nuevo Chipre no tiene que contar con menos banqueros, sino con menos políticos irresponsables, economistas y periodistas», decía el diario liberal «Politis».
Mientras en el rotativo de mayor tirada del país, Fileleftheros, se podía ver una foto con tres empleados del Popular Bank llorando y desesperados, que temen por su trabajo. Lo peor es que las personas «van como mascotas sin amo. Se ve en los ojos de las personas. ¿Podré trabajar mañana? ¿Cuál será el próximo golpe? ¿Podré alimentar a mis hijos?», se relata en un emotiva columna de opinión.
A su vez el diario recomienda a los ciudadanos: «Al igual que entonces (1974), cuando llegó la invasión turca y la isla quedó dividida, los niños necesitan un abrazo. Y hay que decirles que todo irá bien (…) aunque sea mentira». Mientras eso ocurre en las calles, los líderes de la Unión Europea estudian qué medidas aplicar…
Argentina (2001)
El ‘corralito’ desató la crisis Desde diciembre del 2001 a diciembre del 2002, los depósitos de los argentinos fueron retenidos. Se trataba de alrededor de USD 21 000 millones que se impidieron retirar de las arcas bancarias, según las autoridades de ese entonces, para impedir que las instituciones cayeran en una iliquidez irreversible. Aunque el sistema financiero se mantuvo en pie, las secuelas sociales marcaron a un país que hasta ese momento se jactaba de ser la mejor economía de América Latina y cuyos ciudadanos se habían acostumbrado a una vida como en un país desarrollado.
Una década después, la memoria de la crisis está aún fresca.
Ecuador (1999)
El ‘feriado’ que marcó al país Miles (millones, según varios cálculos) de ecuatorianos emprendieron el éxodo a otros países huyendo de la crisis. En la mente de los ecuatorianos quedó grabada para siempre la decisión del 8 de marzo de 1999 de declarar un «feriado bancario», es decir, que todas las operaciones estaban suspendidas.
Y luego llegó lo peor: el congelamiento de depósitos por un año, de las cuentas de más de dos millones de sucres. Pero aún así, no hubo cura para la crisis bancaria. Al contrario, quebraron bancos y empresas, hubo hiperinflación, recesión, desempleo… La cereza del pastel: el sucre murió como moneda.
Por Takis Tsafos
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