ProMendoza trajo a importadores de América Latina. El vino argentino desaparece de los segmentos bajos y las bodegas apuestan a la “flexibilidad”.
En tiempos de inflación en dólares en el mercado interno y atraso cambiario, cómo hacen las bodegas para poder seguir exportando. En especial, las bodegas más chicas que no tienen marca como para competir en el mercado interno con las grandes y siempre vieron a la exportación como su razón de ser.
La oportunidad para conocer cómo se está resolviendo (o al menos intentando) en la práctica el denominado “atraso cambiario” se dio con la ronda inversa de importadores de América Latina y el Caribe que organizó ProMendoza y de la que participan 23 bodegas de la provincia y el país. En las reuniones de negociación, que continúan hoy, vinieron importadores de vinos de México, Brasil, Ecuador, Costa Rica y República Dominicana. De allí surgió cómo el vino argentino está desapareciendo del segmento más bajo de precios, cómo le afectan la suba de costos internos a las bodegas y cómo para poder vender se muestran cada vez más “flexibles”.
Visión importadora
A Mendoza llegaron importadores de vinos de México (Abarrotera Vallarta de Guadalajara y Grandes Viñedos de Francia); de Brasil (Vinho Sul Importadora e Exportadora), de Ecuador (Datu Gourmet Cia y Whole Business); de Costa Rica (La Nacional y Distribuidora de Vinos y Alimentos por Alpiste); y de República Dominicana (Súper Bravo).
MDZ habló con alguno de ellos, durante las rondas de negocios realizadas en La Enoteca, y todos coinciden en la excelente calidad de los vinos argentinos, pero reconocen que los valores ofrecidos están fuera de “mercado”.
“La calidad de los vinos es muy buena y con muy buena presentación. Hemos probado blends de Malbec y Cabernet Franc sorprendentes, pero Argentina está fuera de mercado como consecuencia de los costos internos y la falta de acuerdos de libre comercio que países como Chile y Estados Unidos sí tienen en América Latina”, explica Rafael Monestina, dueño de la cadena de supermercados Súper Bravo en República Dominicana, quien señaló que no han podido encontrar vinos argentinos en el segmento que va de los U$S1,5 a U$S2 la botella valor FOB.
En República Dominicana, explica Monestina, el vino chileno ingresa con arancel cero, mientras que el vino argentino, además de los costos internos que afronta, tiene que pagar un arancel del 20%. Esto hace que el vino argentino desaparezca de la gama de precios de mayor volumen de venta. “El problema es que en países donde la cultura del vino no está tan generalizada, el consumidor arranca por la gama de precios de menor valor y después va subiendo. Si el vino argentino no está ahí, a lo largo de tiempo difícilmente logre luego posicionarse en las gamas mas altas”, explica Monestina.
“Los vinos son muy buenos pero hemos encontrado problemas con los precios. El brasilero gusta de consumir vinos de precios más bajos y notamos que los valores (del vino argentino) están por encima de lo esperado por causa de la inflación”, explica Patricia Rodríguez, representante de Vinho Sul Importadora e Exportadora de Brasil.
“Estamos interesados en contactar a bodegas con vinos espumantes y vinos para el segmento de precios más bajos, que hoy no tenemos, para competir con vinos chilenos en la franja de precios que va de U$S1,70 a $2 la botella valor FOB”, admite Patricia Rodríguez, antes de explicar que hoy en Brasil los vinos argentinos tienen una dura competencia con sus pares chilenos que ya están ingresando con arancel cero a este importante mercado.
En cuanto a las trabas que aplica Brasil a ciertas importaciones de Argentina, la representante de Vinho Sul Importadora e Exportadora admite que “ya estamos acostumbrados a los obstáculos y licencias que se exigen entre ambos países para poder importar vinos de Argentina. Las regulaciones sobre los plazos de pago (exigencia del Banco Central para que las bodegas liquiden sus divisas) son más complicadas de sortear, porque plazos más amplios serían más aprovechables a la hora de cerrar ventas”.
Flexibilidad y plazos
Frente a estos obstáculos, los importadores que llegaron a Mendoza destacan la flexibilidad que muestran las bodegas argentinas a la hora de negociar y cerrar operaciones de exportación, al tiempo que las propias bodegas admiten que están sacrificando las líneas de vinos más jóvenes y de precios más bajos, donde ya no son competitivos, para apostar a la media y alta gama como estrategia de supervivencia.
“Como no accedemos a la posibilidad de descuentos por volumen o cantidad, ya que nuestras ventas son en partidas más limitadas comparadas con las grandes bodegas, tenemos que ser más eficientes con los costos y apostar a la calidad”, explica Romina Carparelli, de la bodega especializada en espumantes Margot, antes que señalar que “la estrategia ha sido en este tiempo limitar la venta de líneas jóvenes, que es el segmento más difícil de llegar en cuanto a precios (por inflación y atraso cambiario), para apostar con más fuerza a las líneas de alta gama”.
Otra de las acciones que llevan adelante las bodegas, según explicaron en la ronda con importadores de América Latina y el Caribe, es apostar a una “sociedad” con el importador, brindado apoyo en la estrategia comunicacional, replicando en el exterior lo que se viene haciendo en el mercado interno. Mientras que en cuanto a la negociación de los plazos de pago, admiten que es un tema delicado porque aceptar plazos más largos de venta y pago en la práctica es dar descuentos por el impacto que tiene la inflación sobre el poder adquisitivo del dinero.
“Notamos como una ventaja importante la flexibilidad de las bodegas y la fuerte voluntad de trabajar y exportar sus vinos. Esto es muy gratificante para nosotros”, admite Patricia Rodríguez, una importadora brasileña.
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