Así lo revela un estudio realizado por Fedecámaras, cuatro días después del crimen de la adolescente de Junín. El último detenido por este caso confesó que hizo el disparo mortal
Nueve de cada diez comerciantes que procuran evitar un asalto en sus negocios terminan muertos o heridos en forma grave, según lo revela un estudio realizado por la Federación de Cámaras y Centros Comerciales de la Argentina (Fedecámaras). Los datos trascendieron cuatro días después del salvaje asesinato de Karen Campos, la adolescente de 17 años que quiso frustrar un robo en el kiosco que atendía en la localidad de Junín, usando una picana que descarga electricidad. El ladrón que ingresó al comercio le disparó sin piedad. Por el caso -que generó cruces políticos y una pueblada en la que se destruyeron edificios públicos- fueron detenidos un joven y un menor de la misma edad que la víctima. El mayor ya confesó ser el autor del disparo.
También fue demorado (y excarcelado) un sujeto acusado de haber robado y vendido las imágenes de las cámaras de seguridad que registraron el homicidio (ver aparte).
«Sólo el 10 por ciento de los comerciantes que usan armas o resisten a golpes un robo en sus negocios logran que el delito no se concrete; el 90 por ciento restante termina mal», dijo Rubén Manusovich, titular de Fedecámaras en declaraciones periodísticas.
«Este hecho de resistencia sucede cuando hay desesperación entre los comerciantes, porque se esfuerzan trabajando para progresar y se cansan de los robos que generan mucha bronca», dijo Manusovich, aunque agregó: «Pero el foco es equivocado; no hay que armarse, no se deben resistir los asaltos y se debe enseñar a tener una actitud pasivo frente al hecho delictivo, porque cuando hay resistencia hay un 90 por ciento de posibilidades de terminar herido o muerto».
Después, el titular de Fedecámaras consideró que «se debe reflexionar sobre la eclosión social y económica de 2001, ya que seguimos pagando las consecuencias de una economía que dejó al país en ruinas, sin industria, sin recursos para salud y educación, y con la institución familiar afectada gravemente».
«Lo que antes eran arrebatos se convirtieron en hechos de mucha violencia, con jóvenes enfermos por el consumo de drogas como el paco y el exceso de alcohol», explicó Manusovich. Y concluyó: «A pesar del crecimiento en estos diez años de todos los índices económicos, sociales e industriales, tenemos el problema estructural de muchos jóvenes marginados, en una problemática que requiere de un abordaje integral».
Fuente: Diario Hoy