“Tenemos a Messi, Maradona y ahora al Papa”, bromean los católicos argentinos.
Un importante número de fieles se congregó en la Catedral Metropolitana para festejar la designación de Bergoglio. “Dios es argentino”, ironizaron.
Con la emoción todavía a flor de piel y flameando bandera nacional y la papal, un nutrido grupo de catolicismos argentinos llegaron a las puertas de la Catedral Metropolitana para celebrar la elección del cardenal Jorge Bergoglio como nuevo Papa bajo el nombre de Francisco I.
“Las grandes virtudes de Bergoglio son la sencillez y la inteligencia», dijo Eduardo García, obispo de la Catedral de Buenos Aires. “Para nosotros es una gracia muy grande, él ya había sido una gracia muy grande para nosotros en la Catedral de Buenos Aires… tiene un peso moral muy grande, estamos orgullosos de él como pastor y que él pueda hacer el bien que nos ha hecho a nosotros a toda la Iglesia universal no llena de alegría».
Al interior de la Catedral metropolitana se rezaba sin cesar la oración del Padrenuestro y la gente aplaudía cada vez que se recordaba el nombramiento de Bergoglio.
“Bergoglio conoce la realidad de América Latina a fondo. Los anteriores papas decían que éste era el continente de la esperanza. Ahora nos toca no defraudar las expectativas», dijo María Luján, una monja de 48 años y misionera que trabaja en los barrios pobres de Paraguay.
Quien fuera el vocero del que hoy es papa, Guillermo Marcó dijo que “en contadísimas ocasiones usó un auto con chofer… sus opciones de vida siendo cardenal han sido seguir haciendo una vida normal, común».
“Es un gran admirador de Borges”, dijo Marcó. “Es argentino pero sobre todo porteño (de Buenos Aires). Se levanta todos los días a las cinco y media de la mañana a rezar», agregó.
«Tenemos a Messi, Maradona y ahora al papa», festejó Martín, un joven de 20 años que se acercó espontáneamente a la Catedral.
«Francisco, Francisco», se escuchó gritar en la plaza, más acostumbrada a los cánticos políticos que a las celebraciones de un nuevo papa. «Dios es argentino», gritaron otros, un lema muy repetido por estos lares del sur del continente para todo tipo de ocasión y que esta vez, más que nunca, tiene un significado muy especial.
«Es el papa de los jóvenes, en los encuentros siempre fue un padre muy cercano para los jóvenes», destacó un joven en la puerta de la Catedral.
«La gente está contenta, entra a la Catedral aplaudiendo: ‘Es el papa, es el papa'», destacó el hombre, quien definió a Bergoglio como «un hombre muy prudente, de silencio, pero que en sus palabras tenía firmeza pero también dulzura». «Es un cura de la calle, uno más», aseguró el joven.
Muchos fieles coincidieron en destacar la sencillez de Bergoglio. «Es la humildad total, perfil bajo, viajaba en colectivo y en subte y le daba vergenza usar la vestimenta de cardenal», aseguró una mujer que asistió asiduamente a las misas que brindaba Bergoglio.
«Sabio y humilde», lo definió Pino Scafuro, coordinador del movimiento católico «Renovación carismática».
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