La inflación aumenta a la par de la inactividad del Gobierno

Argentina se está convirtiendo en una olla de vapor a punto de explotar, mientras tanto, el Gobierno se está tomando su tiempo para resolver los graves conflictos que afectan a la sociedad. Pero ahora la gira presidencial llegó a su fin y mucho se están preguntando qué van a hacer con la inflación, cuándo van a actualizar los sueldos, cuándo van a modificar el piso del impuesto a las ganancias. Cosas esenciales que no admiten más inacción.

A la inflación «normal» que todos conocemos y estamos casi todos acostumbrados, ahora se sumará un aumento del 35% de alrededor de cien productos sobre los que pesará un aumento de aranceles de importaciones, producto de un acuerdo en el marco del Mercosur, según indicó hoy el Boletín Oficial.

Por fortuna, los productos no son de consumo masivo, se trata de motocicletas, calzados, cerámicas, bolígrafos, encendedores, alimentos caninos y algunos productor primarios como frutas, entre ellas el kiwi.

Cómo dijimos, es un pequeño ahogo más, que no puede ser peor que la inflación reinante actualmente y que el gobierno desconoce. Pero, llegamos a un momento en el que el pan cuesta $14 pesos el kilo y el de yerba $21, la leche cuesta entre $5 y 10$ el litro, y un paquete de papas fritas regulas sale más de 20 pesos. No son índices o cifras publicadas en ningún lado, ni maquilladas por nadie, están en los supermercados.

Además, entre este mes y marzo las compañías de celulares comenzarán a implementar aumentos de tarifas de entre un 10% al 15%, luego de las subas del año anterior. Ya se implementaron aumentos en la luz, el gas y el trasporte y en la Ciudad de Buenos Aires las cosas no están mejor, con tasas elevadísimas de ABL.

Y no se puede olvidar el aumentos de peajes que pesan directamente sobre el trabajador al que le está costando hasta $ 902 por mes llegar al Centro desde provincia (en dónde los peajes no están a precios mucho más populares).

La lista se haría interminable, pero abarca más o menos los aspectos básicos de la vida cotidiana de los argentinos. Por lo tanto, ante evidencias que se observan en cualquier supermercadito o quisco del país, resulta sorprendente cómo aún no se están tomando cartas en el asunto para controlar la inflación, actualizar los salarios y el impuesto a las ganancias y regular a las grandes compañías que se reparten los mercados.

O, aunque sea, realizar algunas de las medidas necesarias (para no derrochar optimismo) como congelar los precios de los alimentos de la canasta básica. Pero sólo resta esperar a que el gobierno, antes que nada, admita estos problemas ya que, de momento, los niega o los ignora de la misma forma que a la inseguridad y luego, finalmente, que se tomen algunas medidas concretas.