La cotización del dólar paralelo se disparó ayer otro 1,5% (saltó de $ 7,25 a 7,36) por la presión de una demanda tonificada por el período vacacional. También por los problemas que enfrentan quienes intentan adquirir el dólar turista y, pese a haber obtenido en muchos casos las autorizaciones de la página de AFIP, día a día se ven impedidos de concretar esa operación porque, a poco de comenzar a funcionar, «el sistema se cae» y, de allí en más, sólo responde con rechazos.
A poco de que eso sucede, generalmente a una hora de iniciada formalmente la actividad (aunque hubo días en que funcionó apenas 15 minutos, como el pasado viernes), el precio del dólar en el mercado paralelo comienza a tomar vuelo, como lo hizo ayer, para saltar de los $ 7,27 que pagaron los primeros compradores antes del mediodía, a los $ 7,36 de allí en más.
Fue cuando a la demanda habitual, que se corresponde con una economía que mantiene en negro más de un tercio de su actividad, se le agregó la de quienes no habían podido realizar sus compras en los mostradores legales, pese a tener prevista su partida para los próximos días. Vale recordar que, por propias recomendaciones oficiales, mientras la gestión del encargo de los dólares ante la AFIP se puede hacer con mayor anticipación, raramente se validan ventas efectivas de los billetes (en el caso de quienes lo logran) a menos de 72 horas del viaje, por absurdo que parezca.
La repetición periódica de los problemas para acceder al dólar turista, el único supuestamente al margen del cepo para la demanda minorista privada, no hace más que incrementar las condiciones especulativas en que se mueven, por definición, los mercados informales, hasta el punto de exacerbarlas.
AFERRADOS AL BILLETE
Lo curioso es que la fuerte escalada del billete no dio aún un impulso proporcional a la oferta de dólares, más allá de lo que esperaban los operadores. «La gente parece convencida de que el precio puede aumentar aún un poco más, al menos, en los próximos días, frente a los recambios vacacionales que restan. O tomaron conciencia de que la veda al dólar va para largo y no quiere desprenderse de los dólares que atesoran porque descuentan que les será muy difícil o mucho más caro reponerlos», señaló un operador.
Esa lógica tiene su anclaje en la velocidad que muestra la degradación de la paridad entre el peso y el dólar, fuera del mercado oficial que se rige por una «tablita» de facto.
Sucede que mientras a la Venezuela del control cambiario le tomó dos años llegar a una diferencia del 50% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, aquí se está alcanzando en apenas 15 meses.
Con los precios de ayer, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, que se había estabilizado en torno de 30% entre octubre y mediados de diciembre, se amplió a 48,4 por ciento. Todo porque mientras que la cotización del dólar oficial avanzó 7 centavos en el último mes (de $ 4,89 a 4,96), la del paralelo trepó 84 centavos (de $ 6,52 a 7,36) en igual lapso.
A su vez, la persistencia de este fenómeno comienza a inquietar a los economistas. «La escalada del blue no es inocua para la economía. No sólo exacerba las presiones inflacionarias, pues no pocos precios se forman con esa referencia, sino que además puede comprometer la estabilidad financiera. Si esta carrera asusta a los ahorristas, la suba de la tasa de interés necesaria para defender los depósitos bancarios bien puede empujar a la economía a una nueva fase de enfriamiento», advirtió la consultora Muñoz.
Fuente: La Naciòn