Bamako afirma que el avance de los grupos armados hacia el sur ha sido frenado gracias a la intervención militar extranjera.
El avance hacia el sur de los grupos armados que controlan el norte de Malí, entre los que hay terroristas yihadistas e indepentistas tuareg, ha acelerado y alterado los planes de intervención de la comunidad internacional, que no pensaba hacerlo hasta otoño y solo con tropas africanas bajo el paraguas de Naciones Unidas.
Después de asegurar que solo mandaría tropas bajo mandato de la ONU, el presidente François Hollande dijo ayer viernes que por la mañana habían tomado la decisión de desplegar a sus hombres en Malí. No dijo cuántos efectivos ha enviado pero sí que «la operación durará el tiempo necesario».
Bamako dijo anoche, a las pocas horas de saberse que las tropas extranjeras estaban sobre el terreno, que habían logrado frenar el avance insurgente.
Occidente ve en esos grupos armados no sólo una amenaza para Malí, donde ayer se decretó el estado de urgencia, sino que entiende que se trata de una ofensiva con aspiraciones mayores encabezada por los terroristas de Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI).
Sobre el terreno, además de franceses, hay tropas de Nigeria y Senegal, dijo ayer el coronel malí Oumar Dao en rueda de prensa. Aviones extranjeros podrían además estar bombardeando posiciones de los yihadistas, según otras fuentes militares de Bamako citadas por France Presse. Habrían acudido al llamamiento urgente del Gobierno solicitando una ayuda.
El avance de los yihadistas, que se han hecho fuertes desde 2012 en las provincias de Tombuctú, Gao y Kidal -la mitad norte del país- y que en los últimos días han vuelto a derrotar al Ejército local en la localidad de Kona (provincia de Mopti), es un claro desafío a una comunidad internacional que llevaba meses hablando más que actuando. Pero la toma de Kona, entiende el ministro francés de Defensa, Jean-Ives Le Drian, supone un nuevo escenario que requería actuar ya.
De igual forma, la UE se mostró favorable a acelerar la intevención, según la Alta Representante de Exteriores y Seguridad, Catherine Ashton.
«Brutales y fanáticos»
El conflicto abierto hace un año ha deseplazado, dentro y fuera de Malí, a cerca de medio millón de personas y ha agravado la crisis humanitaria instalada en la zona desde hace lustros. La nueva autoridad yihadista, que pretende imponer la sharía (ley islámica), ha ejecutado además ya a varias personas y llevado a cabo decenas de amputaciones. Un comportamiento que Hollande calificó de «brutal y fanático».
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