Los especialistas aconsejan desistir de la idea de arreglar las cuentas pendientes en las fiestas y no exigirse estar contento de modo artificial. En cambio, lo ven como una oportunidad para practicar la tolerancia a la diferencia. Algunas personas viven el fin de año con felicidad y placer. Pero para otras, las fiestas son motivo de angustia y niveles altísimos de estrés. Es que el final es el momento del año en que coinciden el cierre del ciclo de trabajo, estudio, los balances entre lo proyectado y lo concretado, los nuevos proyectos, la organización de las fiestas, y la planificación de las vacaciones.
Según los especialistas, en diciembre aumentan las consultas médicas por contracturas, angustia, tensión e ira, trastornos del sueño, dolores de espalda y cabeza, cansancio crónico, depresión, hipertensión arterial y malestares físicos en general. Por todo esto, aconsejan disminuir la ansiedad y bajar el nivel de estrés para que no arruinen las fiestas. Para entender un poco más, es importante saber que el estrés se inicia ante las demandas externas, la ansiedad es la respuesta emocional a ese estrés.
«De acuerdo a cómo cada uno sepa hacerle frente al estrés y a la ansiedad, mejor o peor va a resultar el día a día. Si ante ellos sabemos regular y calibrar nuestra posición en cada una de las actividades, menos esfuerzo deberá hacer nuestro cuerpo y mente para llevarlos a cabo», completó la licenciada Gubbay de Hanono, directora de Hémera, Centro de estudios del estrés y la ansiedad, y miembro de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad (AATA).
Todo se agrava ante la obligación de organizar un encuentro con familiares que tal vez sólo se ven en ocasión de fiesta. Las peleas entre los miembros de una familia pueden desencadenar la angustia, ansiedad, fobias, etcétera. Una alternativa saludable podría ser cambiar el punto de vista para que las reuniones puedan ser una oportunidad «para revisar la intolerancia a las diferencias, la rigidez narcisista, intentando mejorar y madurar en la relación vincular privilegiando el diálogo y aceptando al otro con sus particularidades», aseguró Liliana Novaro, psicoanalista de APA y agregó que «cuando no es posible, debe respetarse el derecho a negarse a participar en ciertas reuniones u organizar como alternativa encuentros gratificantes más íntimos con nuevas relaciones.»
Para Roberto Sivak, presidente del Capitulo Estrés y Trauma Psíquico de la Asociación Argentina de Salud Mental, «no se puede pretender saldar cuentas emocionales en las noches de fiestas», aseguró en diálogo con Tiempo Argentino.
«Para afrontar el estrés festivo hay que identificar los factores de estrés y proponerse, por ejemplo elegir a qué reunión concurrir, y disminuir el ‘apoyarse’ en bebidas o medicación para tolerar situaciones y organizar encuentros gratos», explicó Sivak.
Otro punto es no exigirse «estar feliz» de modo artificial, y tratar de rescatar los afectos y valores genuinos. Al respecto, Roberto Ré, médico especialista en Psiquiatría, miembro fundador de la AATA, que tuvo la idea de la Línea para la Esperanza (Asistencia al Suicida), y director de la RED SANAR, destacó que «hay que estar atentos para detectar momentos o situaciones de ‘falsa alegría'». El concepto refiere a los viejos resentimientos que siguen operando ocultos bajo disfraces que muchas veces el alcohol deja al descubierto, dando lugar a situaciones incómodas e inclusive a la ruptura de los vínculos.
En cuanto a la posibilidad de pasar las fiestas en soledad, para no tener que lidiar con peleas o conflictos, el doctor Ré aconsejó que «pasar Nochebuena y Año Nuevo en soledad no es aconsejable porque estar acompañado ayuda a paliar la tristeza o compartir la alegría.»
No se puede hablar de fin de año sin tener en cuenta el típico balance. Al respecto, los profesionales destacan que lo más importante es distinguir entre lo soñado y lo posible de las metas fijadas. «Disfrutar lo que pudimos lograr en el año y hacer el duelo por lo no concretado sin entregarse a la depresión. Luego, renovar los deseos en los proyectos para el año próximo poniéndonos siempre pequeñas metas», señaló Novaro.
Cada persona tiene un ideal de cómo deben ser las fiestas. Para la especialista, resulta fundamental que cada uno pueda investigar su ideal «para poder llevar a la práctica los deseos genuinos y poder también no someterse a mandatos que ya no nos son útiles». «
(Fuente: Tiempo Argentino)