La cruz de Jesús

El Pelado no le encuentra la vuelta al equipo aunque defiende el nivel de River. Con la gente impaciente y los dirigentes alertas, el futuro es una incógnita.

Podría ser la pregunta final del Juego del Millón, la imposible de responder para que los billetes se los guarde Susana Giménez: ¿A qué juega River? Si alguien tiene la respuesta adecuada, sin dudas que se merece la platita. Matías Almeyda –el técnico de los últimos 59 partidos oficiales de River– asegura que hay una idea, la que probablemente le cueste entender a los hinchas que silbaron al equipo después del tercer 0-0 en las últimas cuatro fechas. Al menos, no se animó a más al referirse al cómo. “No juega mal”, desafió el Pelado. Por lo menos, no dijo que lo hace bien…

Los picos anímicos de Almeyda son una constante de su vida y, obviamente, se trasladan al equipo que lo refleja en la cancha. Así como pasó de querer retirarse joven a volver después de cuatro años y no poder imaginarse sin estar cerca de la pelota, se propuso pelear arriba, después bajó la meta a los 30 puntos y ahora admitió que el sábado enfrentará a “un rival directo en el tema de lo que vendrá” (léase “pelear por no descender”).

Al ritmo de esos vaivenes, el Pelado cambia de esquema, pone y saca jugadores, de titulares a ni concentrar y viceversa. Sin embargo, los resultados no aparecen. Siempre remarca que trabaja en la semana (nadie lo duda), pero es evidente, entonces, que los jugadores no le responden como quisiera. Estas son algunas de las cuestiones por las que lo apuntan varios dirigentes. Almeyda lo sabe y, a tono con su ánimo, hay días en los que quiere pegar el portazo porque ya no se banca esa situación y la imagina peor en un 2013 político, y en otros repite que no le dejará el lugar que agarró (según él considera) cuando nadie lo quería.

Encima, al fantasma con cara de riojano ahora se le apareció otro con las manchas del tigre (Gareca). Ramón es el técnico que quiere la gente y el DT de Vélez, uno que a seduce a Passarella para esquivar otra vez a Díaz, mientras Gallardo sigue libre y en silencio. Todos esos rumores inquietan a Almeyda y suman para la confusión general. Encima, hubo otro cortocircuito con la dirigencia por la localía ante Argentinos. El Kaiser hizo correr que el cuerpo técnico pretendía jugar el domingo y por eso había que mudarse al Bajo Flores, y el DT se encargó de levantar el teléfono para hacer saber a través de la prensa que él no quería salir de Núñez…

El lunes subestimó a unos 40 mil hinchas que expresaron su descontento al creer que se dejan llevar por la opinión de un relator. Por ahora, la gente no le apuntó al DT sino al equipo. ¿Podrá cargar con la cruz si la reprobación también le llega a él?

Fuente: Olè