La elección está empatada, pero no tanto. Latinos y afroamericanos son el 20% del electorado. En el caso de los afroamericanos, 90% vota por Obama y 75% de los latinos (centralmente de origen mejicano y centroamericano, con la excepción de los cubanos) harán lo mismo.
Es cierto que la población “blanca” está dividida por mitades y esto incluye a judíos, irlandeses o polacos y no solo a los WASP (White, anglosaxon and protestants).
El tema racial importa, y mucho. Trata de dárselo por superado, pero el racismo (que incluye a latinos, árabes y judíos) goza todavía de muy buena salud en el centro y sur de los Estados Unidos. Eso no impidió que el sueño de Martin L. King se convirtiera en realidad : en el 2008 un negro con padre y nombre árabe, y un jefe de campaña judío, fue electo presidente.
Los Republicanos han sido extremadamente duros en su posición contra los inmigrantes y estos son –al 95%- latinos.
La única duda es el sistema del Colegio Electoral. Obama puede ganar en votos y perder en electores estaduales. Ya le pasó a Al Gore donde 127 votos de Miami decidieron los definitorios 29 electores del estado de Florida (el que gana, se lleva todos los electores y para ganar hay que sumar 270).
Más allá de sus debatibles imperfecciones, estamos frente a un sistema tan amplio que permite que, en las dos fórmulas que compiten, no haya un solo blanco protestante. La democracia más estable del mundo es también la más flexible y la más creativa. Pero también la inventora del Ku-Klux-Klan.
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