Los otros niños de la guerra en Pakistán

El caso de Malala Yousafzai, la joven paquistaní de 14 años que se atrevió a criticar al Talibán en un blog y que hace varias semanas recibió un tiro en la cabeza, conmocionó a su país por su valentía primero y luego por su trágico final. Su historia ya dio la vuelta al mundo.
Pero además, pone de relieve los peligros a los que se enfrentan los más pequeños en ese país.

Decenas de miles de niños en edad escolar han sido desplazados con sus familias de áreas del cinturón tribal de Pakistán, en la frontera con Afganistán donde el Talibán ha construido santuarios.

Algunos niños son preparados para ser atacantes suicidas.

Miles tuvieron que dejar su educación a medida que los militantes llevaban a cabo una campaña persistente contra la educación secular, al destruir casi mil colegios desde 2006.
Varios años de operaciones militares en estas áreas también han contribuido a la destrucción.
Si bien se ha conseguido expulsar a los militantes de algunas zonas, el territorio que alguna vez ocuparon no está totalmente seguro bajo administración civil.

Y todavía permanecen muchos santuarios significativos, especialmente en Waziristán del Norte, en partes de Waziristán del Sur, la región de Orakzai y la región de Khyber (ver mapa).

Crítica franca

Desde estos santuarios, los militantes han podido realizar incursiones contra los militares paquistaníes, así como contra objetivos civiles en el interior del país, rompiendo en el proceso cordones de seguridad y creando una persistente sensación de incertidumbre.

Malala -que se recupera en un hospital del Reino Unido del disparo- fue una crítica franca de la oposición del Talibán contra la educación femenina, pero ella era apenas una niña y nunca creyó que la considerarían una amenaza seria.

Pero si bien ella no ha sido la única víctima menor de edad en este conflicto, sí puede ser la única que fue atacada por sus opiniones.

Hace un año, hombres armados del Talibán le tendieron una emboscada a un bus escolar en el sur de la ciudad de Peshawar, en la que murieron al menos cuatro niños y más de 12 resultaron heridos, incluyendo dos niñas de siete años.

Un vocero del Talibán en la cercana región tribal de Khyber dijo más tarde que fue una respuesta a las tribus locales que habían creado una fuerza voluntaria armada para resistir la presencia talibán en la periferia sur de Peshawar.

Los niños han sufrido también de otras formas.

Funcionarios paquistaníes aseguran que 30.000 civiles y más de 3.000 soldados han muerto en la «guerra contra el terrorismo» desde el final de 2001. No se sabe cuántos de ellos eran niños.

El informe más reciente de Naciones Unidas sobre el tema, presentado en abril de 2012, dice que al menos 57 niños murieron en Pakistán sólo en 2011, principalmente por explosiones de minas, bombas en los bordes de las carreteras, fuego de artillería y ataques dirigidos.

Esta cifra sería aun mayor si se incluyen las muertes causadas por los infinitos ataques sectarios en el país.

Reclutamiento y adoctrinamiento

También hay frecuentes informes sobre niños que fallecen como objetivos no intencionales de ataques con aviones no tripulados en las áreas tribales de Pakistán.

Los aviones no tripulados operados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) han llevado a cabo una persistente campaña contra los militantes en sus santuarios del noroccidente.

Los medios de comunicación no tienen acceso libre a estas áreas, pero en noviembre de 2011, la organización benéfica británica Reprieve ayudó a algunos miembros de una tribu a viajar a Islamabad para protestar contra los ataques con aviones no tripulados.

La delegación incluyó niños que supuestamente fueron mutilados por este tipo de ataques y hombres que narraron sus testimonios de primera mano sobre la muerte de civiles.

Nada de esto pudo verificarse independientemente.

Lo que sí está confirmado, empero, es que el Talibán ha estado reclutando y adoctrinando adolescentes fáciles de impresionar para que realicen ataques suicidas en Pakistán.

En febrero de 2011 utilizó un niño de 12 años para penetrar la guarnición militar fortificada de la ciudad de Mardan, en el noroccidente del país, para atacar a los reclutas del ejército.

El menor se puso el uniforme de un colegio localizado en la zona de la guarnición y logró evadir varios controles de seguridad antes de detonar el chaleco explosivo que llevaba en una plaza de armas donde los reclutas hacían entrenamiento físico.

Al menos 30 personas murieron, la mayoría de ellos reclutas del ejército.

Tres meses después del incidente, la clic BBC entrevistó a otro aspirante a atacante suicida que fue detenido por la policía.

Omar Fidai, de 14 años, dijo que formaba parte de un plan para realizar un ataque doble contra un santuario sufí en la ciudad de Dera Ghazi Khan.

Él debía detonar los explosivos cerca de los servicios de rescate después de que su colega -también un adolescente- se inmolara matando a más de 40 personas.

Pero su chaleco no explotó correctamente. El menor resultó herido pero sobrevivió.

Aseguró que había recibido entrenamiento en un campamento para atacantes suicidas en la región tribal de Waziristán del Norte, y se le dijo que iría directamente al cielo una vez matara a los infieles y herejes.

El informe de 2012 de Naciones Unidas registró 11 incidentes en 2011 en los que adolescentes varones, algunos de apenas 13 años, fueron usados por grupos armados para llevar a cabo ataques suicidas.

Fuente BBC