Peleó en el nombre del padre

El mismo martes, cuando Omar Narváez ajustaba detalles para subir a la balanza recibió la noticia del fallecimiento de su padre, Estanislao Narváez (61). El resto fue dolor y profesionalismo. Omar acusó el golpe y enseguida subió a un avión hacia Trelew para estar con sus hermanos y familiares en el momento del adiós.

Los organizadores pudieron correr la pelea al sábado, en el mismo Luna Park, donde Narváez completó su octava presentación de gloria ante el ignoto Jhonny García. Un mexicano con escasos pergaminos que ni siquiera se atrevió a aprovechar el mal trance del campeón.

A veces la vida golpea inoportuna y sin piedad, nos deja en shock para probar si estamos a la altura. Narváez, un gladiador entre las cuerdas, sintió el golpe al corazón y respiró hondo para salir a escena con la fortaleza mental que siempre lo identificó. Ese espíritu de campeón lo llevó a manejar el trámite de pelea ante un mexicano de poco roce y escaso relieve. Entre el honor y el dolor volvió a brillar Don Omar.

El campeón necesitaba agradecerle a su gente arriba del ring, mostrarle que está intacto, que la pelea con Donaire fue sólo un buen negocio económico, que en lo deportivo está vivo para seguir peleando el podio de los mejores argentinos del momento.

Aunque la ola mediática de Maravilla Martínez y los logros deportivos de Marcos Maidana y Lucas Matthysse lo hayan eclipsado, Omar Narváez sigue intacto en el inconsciente colectivo del espectador nostálgico que aún disfruta de la calidad del Huracán en la magia que genera una noche de boxeo y Luna Park.

La pelea pasó fugaz como las ilusiones de Laberinto García. La dolorosa jerarquía de Narváez dejó al mexicano fuera de competencia por nocaut en el undécimo round. El resto fue emoción, alivio y un llanto incontrolable que afloró en familia cuando las pantallas gigantes del Luna mostraban a don Estanislao hablando de su hijo.

Fue el padre el que le guiñó un ojo al destino cuando permitió que Omar practicara el deporte de los puños. Gracias al patriarca Estanislao Narváez, que apoyó sus condiciones, Omar supo pelear en el nombre del padre.

Fuente: Diario Uno