El Pelado tiene banca

En el peor momento de Almeyda, con el ambiguo respaldo de Passarella, mirá quién apareció. Ramón Díaz pidió que le den a Almeyda «la chance de tener éxito» y dijo que, aunque está distanciado del Kaiser, «por River haría cualquier cosa».

Comparten apodo, viven en el mismo country y es indudable el amor que sienten por esa camiseta que los vistió de ídolos.

Entre Ramón Díaz y Matías Almeyda se pueden encontrar varios puntos de conexión, pero hoy hay algo que los une más que cualquier otra cosa: el deseo por un banco tan codiciado como estresante. Uno ya lo tiene. El otro lo quiere. Uno se aferra. El otro lo extraña horrores.

Aun con respeto y cierto cariño hacia el colega que está trabajando, acaso temblequeando, el riojano que suele elegir estratégicamente los momentos para aparecer en público ahora esgrime su lengua intacta, filosa y siempre oportuna. Todo un arma de seducción. Dice Ramón lo que el hincha quiere oír, que “River es mucho más grande que Boca”, que no le “gusta que los bosteros me digan ‘vos sos de la B’”, que “Aguilar e Israel le hicieron muchísimo daño al club y no pueden caminar por Figueroa Alcorta”, que “Passarella también habrá cometido sus errores en el descenso”, pero que no existe enemistad o rencor que lo aleje de ese viejo y renovado sueño de ocupar nuevamente su lugar en el mundo. El Pelado ya hace una década que se fue de Núñez y, sin embargo, siempre está volviendo. O a punto de volver. ”La gente pide por mí desde que me fui”, avisa en el programa Marca y Presión, por TyC Sports, y, entonces, lo que marca bien puede tomarse como presión si se considera la coyuntura riverplatense, con dirigentes que instalan la sombra de un Pelado sobre la resistencia del otro Pelado, con un presidente que respalda contradictoriamente al técnico reinante y con una fanaticada que el domingo en Liniers ya cantó “para que vuelva Ramón”.

Pero Ramón cambió. En algo cambió. Su nieta Tiziana, hija de Emiliano, tiene dos añitos y ya empieza a balbucear sus primeras palabras. “Me encanta que me diga abuelo; es la nueva reina de la familia”, se babea el nono Díaz. Aunque es obvio que todavía hay sentimientos que la gurisa no puede expresar. “No se sabe de qué cuadro es: de River, de Boca, de San Lorenzo, de todos. Pero cuando sea grande y se dé cuenta de quién es el más grande, seguramente se hará de River. Por el abuelo, claro”, sonríe, pícaro como de costumbre.

El Pelado sabe que, tarde o temprano, su nieta lo verá como no pudo hacerlo el viejo, Ramón Bartolo, sentado en el banco del Monumental y quizás otra vez campeón. “Vamos a volver”, asegura, aunque en reiteradas ocasiones intente evitar que sus comentarios viajen en siluetas golpistas. “River tiene un entrenador, un ídolo que le dio mucho al club. Creo que alrededor suyo se ven ciertas ingratitudes. Almeyda es un tipo comprometido, que puso el pecho en un momento difícil y logró ascender rápidamente. Se la bancó y por eso hay que darle la chance de tener éxito”, suelta el elogio y también la buena onda: “Ojalá Matías pueda revertir la situación. No te olvides de que soy hincha de River y quiero que al equipo le vaya bien”. De lo contrario, ahí viene Ramón…

Se sabe, en Núñez hay pocos naipes electorales más fuertes que el de contratar al riojano. Sólo así, con las urnas asomando hacia fines del año que viene, es posible imaginar a un Kaiser bajándose de su ego para sentarse a negociar con el técnico más ganador de la historia riverplatense. Por su parte, el Pelado ya allanó el camino: “Con Daniel compartimos un montón de cosas, pero hubo algunas diferencias que no me gustaron y me las guardo. Estamos distanciados, pero por River haría cualquier cosa. Así que si River me necesita, estoy a disposición”.

Passarella, en ese inédito monólogo que armó para tratar de bancar a Almeyda, habló primero de la “oportunidad” que merece Matías Jesús y terminó con que “el fútbol es muy dinámico y cambiante”. Díaz también pidió “darle la posibilidad” al otro Pelado, aunque aclaró que “son los resultados los que mandan”. En algo, al menos, ya se pusieron de acuerdo. Y en el medio de todo, el bonachón de Almeyda…

Fuente: Olè