Gusto a Scocco

River lo tenía ganado, con el 3-1 justificaba los tres delanteros con los goles de Trezeguet, Mora y Funes Mori. Pero se durmió, Carlos Sánchez hizo un penal infantil y Newell’s, con dos gritos de Ignacio, lo amargó…

Del tres a uno al tres a tres no hay sólo dos goles. Hay distracciones, presiones, exigencias, aciertos, ambición, murmullo, abrazos y miradas profundas. Hay una jugada inequívoca que tuerce el rumbo de la noche en el Monumental: Carlos Sánchez se la quiere dar con el pecho a Marcelo Barovero, pero el uruguayo pone su brazo y el árbitro Mauro Vigliano no duda, cobra el penal. River estaba 3-1. Ignacio Scocco acomodó la pelota y, desde los doce pasos, la colocó arriba, inatajable: 3-2. A los tres minutos, el mismo Scocco aprovechó el pase con la cabeza de Pablo Pérez y le hundió el arco y las ilusiones al Monumental. Tres a tres, gusto a Scocco.

Hay, en el medio de la nada, de la aparente nada, un punto. Y una mirada superadora del River que pone en cancha Matías Almeyda. Del 1-1 sobre la hora en Santa Fe, contra Colón, hace una semana, a este nuevo empate pero parido de otra manera. Hay, en la búsqueda del Pelado, un armado muy diferente. Para resumir: los goles fueron de Trezeguet, Mora y Funes Mori, el tridente elegido por el entrenador. Bancado por Ponzio en el medio, con salida rápida por los laterales, River se acercó a su esencia, sobre todo en ese Monumental que hierve cuando la pelota no entra en el arco del rival. Anoche comenzó sufriendo. A los dos minutos, el debutante Bottinelli ya tenía una amarilla. Y a los once, estaba 0-1 por el gol de Pérez.

Sin embargo, fue. Vino el centro de Rojas, Mora la peinó y David, un faraón francés, se sacó la mufa. Lo gritó tanto que hubo eco: a los tres minutos, el uruguayo que jugó por primera vez de titular hizo un golazo de media distancia. Y luego, con un pase de Mora -amor a primera vista con la gente- llegó el 3-1 con un zapatazo de Funes Mori.

Sí, el penal. Y el murmullo. Después, el 3-3. Gusto a Scocco. Para River. ¿Y para Newell’s?

Fuente: La Razòn