Colegios secundarios permanecen ocupados en Santiago en reclamo por una reforma educativa. «Los que no quieran estudiar asumirán las consecuencias», dijo el alcalde.
El alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, no dudó en rechazar las ocupaciones y afirmó que retirará becas y hará caducar matrículas a quienes participen de las tomas. «Los que vuelvan a creer que esto es un juego y piensen que durante dos años seguidos van a tener una beca tomando el colegio, haciendo lo que quieran en el colegio, obviamente que mejor que la beca sea para niños que quieran estudiar», dijo el alcalde a radio ADN.
Para Zalaquett, los alumnos secundarios que lideran las ocupaciones no quieren estudiar, enarbolan excusas para no asistir a clases. «¿Cómo vamos a estar manteniendo becas, que son fondos públicos que este municipio ya no tiene, para jóvenes que no quieren estudiar, cuando hay miles a lo largo de Chile, e incluso de comunas aledañas como Talagante, Melipilla y quieren estudiar? Esto es un tema ético», insistió el funcionario.
Desde el jueves pasado, en el que una movilización de la coordinadora de secundarios terminó con incidentes, buses de Transmilenio quemados y varios detenidos, que los estudiantes recrudecieron su plan de lucha.
Reclaman una reforma al sistema educativo chileno, uno de los más caros y desiguales del planeta, producto de las reformas de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que redujo a menos de la mitad el aporte público y fomentó la inclusión de privados.
Los estudiantes buscan que el Estado central vuelva a hacerse cargo de los colegios públicos, hoy administrados por los municipios y restringir la operación de centros privados que reciben subvención del Gobierno.
El Gobierno de Sebastián Piñera enfrenta una grave crisis educativa desde mediados de abril de 2011, originada, justamente, por los altos costos de la educación.
Las demandas estudiantiles encontraron un amplio respaldo en la población, sobre todo en la clase media, la más afectada por un sistema que fomenta el endeudamiento para costear los estudios universitarios. Son ellos los que han acompañado a los estudiantes en sus marchas, algunas de ellas, las más masivas de las últimas dos décadas.
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