Corea tira la toalla y avisa de que el G-20 no zanjará la guerra de divisas

Todavía no ha empezado y la sombra del fracaso ya planea sobre ella. Tal y como se veía venir, la cumbre del G-20 en Seúl, que reúne el jueves y el viernes a los países más industrializados y las potencias emergentes, tiene pocos visos de sellar la paz en la «guerra de divisas» y poner freno a los desequilibrios comerciales que amenazan la salida de la crisis.

Tras el optimismo que había derrochado los últimos días, el anfitrión, el presidente surcoreano Lee Myung-bak, reconoció en entrevista con el diario «JoongAng» que «en esta cumbre no se debería marcar ningún objetivo en números, ya que las medidas de cada país varían». Aunque insistió en que la reunión preparatoria del G-20 consiguió hace tres semanas «un éxito tremendo» al fijar las «directrices básicas» a seguir, se mostró realista al admitir que «es imposible definir específicamente dichas directrices en tan poco tiempo», por lo que «harán falta meses hasta completar el trabajo».
Estados Unidos parece ser una de las piezas que no encajan en el puzle del acuerdo. Criticado desde Latinoamérica, Asia y Europa por su política monetaria, Obama estará más solo que nunca en el G-20. La última voz crítica, la del comisario de Competencia, Joaquín Almunia, que advirtió ayer a Estados Unidos que la única manera de salir de la crisis es hacerlo de forma coordinada.
Quizás por ello, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, también ha rebajado sus iniciales pretensiones de marcar objetivos a los desequilibrios comerciales. «No es algo que se pueda reducir a un simple número. No es deseable, necesario ni probable en estos momentos», ha confesado. Ante la imposibilidad de fijar límites concretos, el jefe del comité preparatorio de la cumbre, Sakong Il, ve más probable acordar un calendario para llevar a cabo las medidas a tomar. «Llegar a un acuerdo sobre cuándo empezar el proceso para tratar los desequilibrios es un logro significativo», se conformó.
La cita calienta motores sin grandes expectativas, pero Alemania no se resigna. En un acto en Berlín junto al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, Merkel insistió ayer en la necesidad de hallar en el G-20 una solución definitiva a la guerra de divisas, al tiempo que exigió un «mecanismo permanente y común para superar las crisis». Además, abogó porque no sean solo los ciudadanos lo que carguen con los costes de futuras crisis, sino también los financieros privados. Previamente, Merkel lanzó otro recado a China, aunque fuera envuelto en guante de seda, al asegurar en el Financial Times que hay que convencer al gigante asiático con «hechos y parámetros» de que fije un tipo de cambio razonable para el yuan.
Mientras, España parece que jugará con otra baraja en la cita del G-20. Zapatero, que hoy mismo viaja a Seúl, presentará en la cumbre diez propuestas, entre las que fuentes del Ejecutivo destacan la apuesta por recuperar los empleos perdidos durante la crisis.

Fuente: ABC