MADRID.- Pese a los notorios esfuerzos de Repsol por olvidar definitivamente la expropiación del 51% de su participación en YPF, la empresa sigue enfrentando nuevos traspiés y fantasmas. Esta semana se reveló que la multinacional petrolera de origen español financió con «cerca de un millón de dólares» la campaña presidencial de Néstor Kirchner en 2003, a través de su ex filial argentina.
Según testimonios de ex empleados de YPF citados por el diario español El País, la compañía, que entonces estaba administrada en un 100% por Repsol, aportó esa suma de dinero para contribuir con la llegada del kirchnerismo a la Casa Rosada.
La jugada, que instalaría en el poder al gobierno que en su segunda etapa confiscaría a la petrolera, fue percibida con ironía por el periódico de mayor tirada en España.
«Kirchner, lejos de combatir que YPF repatriara dividendos tras su españolización en 1999, recibió de la firma cerca de un millón de dólares para su campaña electoral de 2003», señala el artículo.
Pero el aporte no se trató de una apuesta a un solo candidato: también Carlos Menem, quien fue el principal contrincante de Kirchner en esa elección, percibió por parte de la compañía «entre medio millón y un millón de dólares» para solventar los gastos de su gira proselitista.
Prácticas corrientes
La YPF controlada por Repsol había debutado con este tipo de prácticas en 1999, cuando aportó fondos para las campañas de los dos principales candidatos presidenciales, el aliancista Fernando de la Rúa y el justicialista Eduardo Duhalde.
En esa contienda, de acuerdo con las fuentes citadas en el informe, la petrolera también giró cerca de un millón de dólares al postulante Domingo Cavallo, que en aquellos años intentaba instalar definitivamente su figura en el escenario mayor de la política nacional.
No obstante, el caso que más llamó la atención de la prensa española fue el del desaparecido ex presidente y esposo de la actual mandataria argentina.
Según El País, Kirchner había mostrado ciertas «reticencias» a que el aporte quede asentado en los registros de contabilidad de YPF. Y esto, a pesar de que tanto el candidato que resultaría triunfante, como Menem, que renunciaría a su postulación antes de que se realizara el ballottage, habían apoyado abiertamente en 1992 la privatización de la compañía.
Sin embargo, las fuentes anónimas citadas en la nota opinaron que no debería existir un dilema ético en la decisión de Kirchner de aceptar los fondos en ese momento, más allá de la decisión tomada por su viuda, nueve años más tarde, de confiscar YPF.
«En la Argentina, estas donaciones no son ilegales. Lo piden los partidos y se hacen a través de fundaciones. Y fueron consignados en las cuentas de la empresa», indicaron los ex ejecutivos de la entidad, que admitieron como natural el procedimiento.
«Nadie vio [entonces] ningún atisbo de ilegalidad en que ambos candidatos captaran fondos de una empresa que tenía control español», agregaron.
Escalón más abajo
Por otra parte, Repsol también debió lidiar en las últimas horas con otra noticia preocupante: ayer, la agencia crediticia Moody’s dejó más cerca que nunca al gigante petrolero del nivel de «bono basura».
La calificadora, que este mes ya había rebajado la nota de la compañía al escalón previo (Baa3, o «aprobado bajo») como consecuencia del cimbronazo financiero que representó la expropiación de YPF, dejó a Repsol «en perspectiva negativa», es decir, más cerca de un potencial nuevo descenso a la categoría más inquietante.
Pero Moody’s también señaló en su informe que esta posible rebaja no se debería, en este caso, a los coletazos de la expropiación de YPF, sino a la continuidad de la crisis de la deuda española y a las «restricciones del mercado crediticio» local.
Fuente: La Nacion