Los pueblos originarios del hemisferio sur reciben el año nuevo

Durante la noche más larga y el día más corto, los herederos del Imperio Inca celebran uno de los sucesos más relevantes de su cosmovisión.

Pueblos indígenas que integraron el Imperio Inca iniciaron en la noche de ayer la celebración del Año Nuevo, en coincidencia con el solsticio de invierno, la noche más larga y el día más corto en esta parte del planeta.
El solsticio invernal es el momento en el que los herederos del Tahuantinsuyo (“imperio”) Inca rinden culto al Tata Inti (Padre Sol) y le piden que ilumine a la Tierra, la Pacha Mama, para que provea de alimentos al pueblo.
Según explicó en un artículo el líder mapuche Armando Marileo Lefio, en esta fecha los pueblos del hemisferio sur “experimentamos y somos testigos de uno de los episodios más relevantes que acontecen en el cosmos y en la Madre Tierra”.
“Es la fusión de la materia (tierra) y la energía (cosmos), los cuales traen consigo la procreación de la vida y el tiempo. Es decir, permiten que se inicien nuevas vidas en la naturaleza: nacimientos, pariciones, brotes, sueños, esperanzas y emergencia de fuerzas o energías desde el corazón de la tierra, dando paso a las distintas etapas del año, cambios climáticos, maduración, descanso, entre otros”, describió.
Los mapuches del sur de la Argentina y Chile celebran este acontecimiento, el We Tripantu, con ceremonias de purificación.
En nuestro país, hubo y habrá celebraciones en varios puntos del territorio: Salta, Jujuy, Catamarca y Santiago del Estero, entre otros.
En tanto, en la antigua Tiwanaku, en Bolivia, cerca del lago Titicaca, fronterizo con el Perú, para esta fecha se organiza todos los años una colorida y solemne ceremonia.
Cada 21 de junio los rayos del Sol al amanecer penetran por la puerta del templo Kalasasaya e iluminan el magnífico Monolito de Ponce.
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