EL CAIRO — Los dos candidatos que disputan la segunda vuelta de las elecciones presidenciales egipcias, Mohamed Mursi y Ahmed Shafiq, iniciaron este sábado su batalla para presentarse como los defensores de le «revolución», ante una opinión pública claramente dividida.
Mursi, de los Hermanos Musulmanes, y Shafiq, último primer ministro del ex presidente Hosni Mubarak, fueron los más votados en la primera vuelta de las elecciones realizada el miércoles y eñ jueves, de acuerdo con resultados parciales que serán proclamados oficialmente en los próximos días.
Shafiq ofreció este sábado su primera rueda de prensa como candidato de la segunda vuelta, durante la que buscó eliminar la imagen de representante del antiguo régimen, que ya le costó severas críticas de sus adversarios durante la campaña. «No hay lugar para un retorno al antiguo régimen. Egipto ha cambiado y no podemos dar marcha atrás», dijo Shafiq.
El exprimer ministro, quien entregó el poder ante la presión de las manifestaciones en marzo de 2011, poco después de la renuncia de Mubarak, también reservó un mensaje a los jóvenes. «La revolución que ustedes han provocado les ha sido confiscada y yo me comprometo con ustedes a devolverles sus frutos», dijo.
Shafiq también tendió una mano a los candidatos eliminados en el primer turno, «para que trabajemos juntos por el bien del país».
Ex jefe de la Fuerza Aérea egipcia y posteriormente ministro de Aviación Civil, el general Shafiq había sido llamado a dirigir el gobierno en los últimos días del régimen de Mubarak.
Shafiq encuentra su principal apoyo en la comunidad cristiana copta, que representa aproximadamente el 10% de la población y se encuentra visiblemente inquieta por el crecimiento del islamismo. Por ello, centró su campaña en temas como la seguridad pública y la estabilidad económica.
En cambio, el militar es aún sumamente impopular entre los jóvenes, que lo identifican como el candidato de los militares actualmente en el poder.
Por su parte, los Hermanos Musulmanes lanzaron contra Shafiq una virulenta campaña el viernes, al acusarlo de poner «en peligro» la revolución. «Necesitamos un país democrático. Shafiq es contrario a la democracia», dijo un portavoz de la cofradía, Essam el Eriane.
Al mismo tiempo, los Hermanos Musulmanes tenían previsto iniciar los contactos con los candidatos derrotados en la primera vuelta para negociar las alianzas.
Los datos divulgados por la prensa todavía no oficiales, indican que Mursi podría haber recibido aproximadamente el 25% de los votos en la primera vuelta y Shafiq el 24%.
En este escenario, el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, que dirige una organización que supervisa esta elección, dijo que el proceso es «esperanzador» pese a las restricciones impuestas a los observadores. «Quisiera decir que (las elecciones) son para mí esperanzadoras», afirmó en una rueda de prensa en El Cairo, aunque añadió que los observadores de su Centro Carter sufrieron «restricciones (…) sin precedentes».
La prensa egipcia destaca que después de un año y medio de la revuelta, el país debe ahora escoger entre dos candidatos que representan opciones radicalmente diferentes. «Estamos ante un voto pro Islam que se opone a un voto pro estabilidad y no veo cómo podemos reconciliar esos extremos», dijo el analista independiente Hicham Kassem. El analista dijo a la AFP que «corremos el riesgo de mantener el régimen de Mubarak, o de islamizar el país. Es una de las situaciones políticas más difíciles que Egipto haya conocido».
El próximo presidente, que será elegido por un mandato de cuatro años, asumirá los destinos de un país en grave crisis económica, que se suma a las desigualdades heredadas del antiguo régimen.
Todavía no están definidos los poderes del próximo presidente, porque la antigua constitución fue suspendida y la nueva aún no ha sido redactada.
Por Ines Bel Aiba y Christophe de Roquefeuil (AFP)