No lo jugarán desde adentro de la cancha. Lo pensarán desde afuera. Tienen estilos de gestión diametralmente opuestos, lo que no quiere decir que uno sea mejor que el otro a la hora de dirigir…
No lo jugarán desde adentro de la cancha. Lo pensarán desde afuera. Tienen estilos de gestión diametralmente opuestos, lo que no quiere decir que uno sea mejor que el otro a la hora de ejercer la profesión. Al contrario, ambos en la mayoría de sus trabajos consiguieron buenos resultados y por lo general se ganaron el respaldo de los hinchas. Los dos entrenadores el domingo estarán frente a frente en el Nuevo Gasómetro, sin dudas en el partido más caliente de la fecha de primera división. Porque Gerardo Martino intentará que su Newell’s se reencuentre con la senda triunfal y siga alimentando la ilusión real de pelear el campeonato. Y porque Ricardo Caruso Lombardi buscará que su San Lorenzo tome un poco de aire en los promedios, donde está muy comprometido y con pronóstico reservado. El Tata y Richard son los guionistas del gran partido del domingo, con estrategias y estilos diferentes, pero con un solo objetivo: ganar.
Martino hace un culto del perfil bajo y su trato con la prensa casi se limita a las conferencias colectivas que ofrece en la semana. Caruso, que ahora tomó la drástica decisión de no hablar con los medios tras el incidente que protagonizó con Fabián García en una disputa callejera, es un personaje que la prensa busca permanentemente por su carisma. Además el DT que este año pasó en medio de la competencia de Quilmes a Boedo tiene la virtud de convivir con las cámaras y los micrófonos sin que eso lo distraiga de su trabajo como entrenador. En esta relación cotidiana con los medios hay una diferencia manifiesta entre un técnico y el otro.
Desde lo futbolístico, que sin duda es lo que más importa, las diferencias también son grandes. Martino prioriza el buen trato de pelota, el juego atildado, apela a volantes de buen pie, intenta jugar en campo contrario y hasta ahora siempre utilizó tres delanteros definidos. ¿Cambiará el domingo? Mientras que Caruso suele hacer que sus equipos se hagan fuertes en el contraataque, cuando el rival le entrega espacios para que desborden los carrileros y terminen con el centro al nueve grandote. Con el actual DT de San Lorenzo todos corren y muerden, estando los lujos y la osadía con la pelota en un segundo plano.
Por eso Martino, más allá de los jugadores disponibles (ver página 7), buscará ganar el encuentro a partir del control de la pelota. Mientras que Caruso lo intentará desde la presión de los volantes en el medio y la salida rápida a posiciones de ataque. Claro que el fútbol no es lineal y cada partido tiene su historia. Pero no se puede negar en la previa que la hoja de ruta de uno y otro entrenador son diferentes para buscar la victoria, lo que no quiere decir que alguna vez circunstancialmente se mezcle la partitura.
Martino lleva a su Newell’s agazapado al Nuevo Gasómetro. Tras la derrota con Tigre la sensación es que perdió mucho terreno en la lucha por el título, algo que desde los números no es para nada así, ya que la diferencia con el líder Boca es ínfima, de un solo punto. Tal vez para la Lepra sea conveniente no tener colgado el cartelito de principal candidato y así desde el perfil bajo tratar de pegar el zarpazo en los metros finales de la carrera.
En la vereda de enfrente, Caruso tiene la urgencia del resultado comiéndole los talones, porque el precipicio del promedio atormenta sin piedad a San Lorenzo. En este contexto picante jugarán el cuervo y la Lepra.
Cada técnico con su libreto buscará fortalecer virtudes propias y agravar defectos ajenos. Martino, de buena participación mundialista y Copa América con la selección paraguaya, y Caruso, una especie de gurú para motivar jugadores y sacar adelante equipos en situaciones traumáticas, estarán frente a frente.
Uno de los dos ganará la pulseada táctica, algo que a esta altura de la semana ambos comenzaron a delinear.
El duelo de los técnicos, otro de los condimentos salientes del partidazo del domingo en el Nuevo Gasómetro.
Fuente: La Capital