El Comité de la Marcha de los pueblos indígenas en defensa del Tipnis informa de la muerte de un bebé de tres meses y 37 personas desaparecidas, de las cuales siete son niños, al disolver la policía la marcha que los pobladores del Tipnis iniciaron hace 40 días para forzar el paro de las obras que han comenzado a ejecutarse sin respetar el derecho a consulta previsto por el propio presidente de Bolivia, Evo Morales.
Según informaciones proporcionadas por los participantes en la marcha, el bebé falleció a causa de los gases lacrimógenos utilizados en la represión policial ordenada por el gobierno de Evo Morales.
“Hoy a horas 16:30 se inició un operático policial y /o militar de cerco sobre el campamento del puente San Miguel a 5 Km de Yucumo, donde estaban descansando alrededor de 800 marchistas, incluyendo más de dos centenares de niños y bebés. Alrededor de las 17 horas empezó una despiadada gasificación contra la gente indefensa, lo que provoco una confusión total y por ese motivo empezaron a extraviarse y desaparecer muchos de los niños que estaban ahí acampados junto a sus madres”, señala un comunicado de prensa del Comité de la Marcha.
“Posteriormente efectivos de la policía procedieron a perseguir a la gente, a acorralarlos, golpearlos, quemando el campamento, deteniendo a periodistas, y obligaron a la gente a subir a camionetas para de esta manera, digna de la peor de las dictaduras, intervenir y acabar con la marcha”, indica el comunicado.
Como consecuencia de la intervención policial “muchos dirigentes se han refugiado en el monte” para evitar ser detenidos, y en el camino “hay madres desesperadas buscando a los niños”.
Amancaya Finkel, enviada especial de Página Siete, ha informado de que alrededor de las 16:30 hora local, la policía atacó el campamento que mantenían los indígenas en las afueras de Yucumo, utilizando palos y gases lacrimógenos. Existe un saldo de 37 desaparecidos, según el comunicado, entre ellos siete niños y un bebé, y una cantidad no determinada de heridos y detenidos. Por momentos la represión fue extremadamente violenta, golpearon a algunos indígenas con saña, según comprobó personalmente.
Muchas personas fueron enmanilladas (esposadas) y otras inmovilizadas con cinta adhesiva. El diputado disidente del MAS Pedro Nuni fue detenido sin respetarse su inmunidad. La cantidad de gases lacrimógenos fue tal que se produjo una gran confusión, ocasionándose el extravío de los niños.
A patadas, los policías lograron meter a varias decenas de indígenas en autobuses y camionetas para llevarlos a San Borja, distante 25 kilómetros al norte. Sin embargo, esa población, como una muestra de solidaridad con los marchistas, bloqueó la entrada e impidieron su paso, incluso provocando un incendio en la carretera. Las iglesias de San Borja empezaron a tocar sus campanas como una forma de alertar a la población y ayudar a los marchistas.
En cuanto empezó la represión en Yucumo, un grupo de indígenas y dirigentes políticos, entre ellos el exviceministro de Tierras Alejandro Almaraz y el mallku del Conamaq, Roberto Quispe, pudieron escapar hacia el monte. Desde allí, lograron contactar con medios de comunicación para señalar que se reorganizarán y volverán a marchar contra el Gobierno: “Ya no marcharemos sólo contra la carretera, sino a favor de la democracia boliviana”, dijo Almaraz. Quispe declaró más tarde que se dirigirán hacia San Borja.
Bajo la supervisión de Boris Villegas, director de Régimen Interior, unos 500 efectivos policiales participaron en esta operación. El subcomandante de la Policía Óscar Muñoz explicó que el detonante para la acción fue la agresividad de los marchistas que pusieron en peligro, con arcos y flechas, la integridad física de los agentes.
Fuente: periodistas-es.org